📚 El Gran Día del Niño A.travieso y el Misterio del Pájaro de Madera
Aquel día soleado en el pequeño huerto de la abuela, todo parecía normal… hasta que apareció el pájaro de madera encantado.
El Niño A.travieso (el apuesto caballero de calcetines largos que ves en la foto) ya estaba tramando algo desde el desayuno. Su hermana mayor, la valiente con cara de “¡yo sí sé lo que pasa!”, sostenía firmemente el pájaro de madera como si fuera un cetro mágico. Y mamá —¡ay mamá!— entre sonrisas y advertencias, sujetaba un retrato misterioso que, según la leyenda, mostraba la última vez que A.travieso se portó bien durante todo un día (solo que nadie pudo confirmar si eso realmente sucedió).
Ese día, A.travieso decidió que el jardín no era un jardín cualquiera. No. Era una jungla salvaje, donde él era el comandante de una expedición secreta. Su misión: descubrir qué hacía ese pájaro en manos de su hermana. ¿Un regalo del destino? ¿Un arma de hechicería? ¿Un planeador interdimensional?
—¡Dámelo, que tengo que devolverlo al templo sagrado del árbol manzano! —gritó él, señalando al pobre manzano que apenas daba sombra.
Su hermana, que ya conocía bien sus “aventuras épicas”, solo respondió con una sonrisa de superioridad cósmica, mientras mamá intentaba que no se pelearan… otra vez.
—¡A.travieso! ¡Si te sigues portando así, no te daré el pan con miel de después! —dijo mamá, medio en serio, medio riendo.
Pero nada detenía al valiente explorador. Se lanzó al ataque... corriendo en círculos... tropezando con una gallina... cayendo de espaldas sobre una calabaza. ¡Pum!
La familia entera estalló en carcajadas. Incluso el gato del vecino, desde la cerca, maulló como si dijera: “Otro lunes normal con A.travieso.”
Al final, mamá lo abrazó, su hermana le prestó el pájaro cinco minutos (bajo vigilancia estricta), y él prometió que nunca más sería travieso… por lo menos hasta la cena.
Y así terminó otro capítulo legendario del Niño A.travieso: el héroe de los jardines, conquistador de calabazas, y futuro creador de mundos imposibles (¡sin usar dinero, claro!).
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